Alas para volar

Palabras para leer, susurrarlas por teléfono o gritarlas al viento... Versos para anotar en la servilleta de un café o repetirlos por la calle hasta aprenderlos de memoria. Frases para dedicárselas a alguien en la primera página de un libro. Silencios llenos de palabras, versos o frases que dicen todo sin decir nada. Mis alas son las palabras, los versos, las frases y los silencios. ¿Cuáles son las tuyas?

jueves, 10 de abril de 2014

Benedetti


Defensa de la alegría



Defender la alegría como una trinchera, 
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas. 

Defender la alegría como un principio, 
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos. 

Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórico y los paros cardiacos
de las endemias y las academias. 

Defender la alegría como un destino, 
defenderla del fuego y de los bomberos,
de los suicidas y los homicidas, 
de las vacaciones y del agobio, 
de la obligación de estar alegres. 

Defender la alegría como una certeza, 
defenderla del óxido y la roña, 
de la famosa pátina del tiempo, 
del relente y del oportunismo, 
de los proxenetas de la risa. 

Defender la alegría como un derecho, 
defenderla de dios y del invierno,
de las mayúsculas y de la muerte,
de los apellidos y las lástimas, 
del azar, 
y también de la alegría. 
Mario Benedetti



Lo que se traga la tierra..


Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda, 
en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras, 
hacia los montes azules, una mañana serena. 

Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera, 
tu voz de niña en mi oído como una campana nueva, 
como una campana virgen, de un alba de primavera. 
¡Eran tu voz y tu mano, en sueños, tan verdaderas!... 
Vive, esperanza ¡quién sabe, lo que se traga la tierra! 

Antonio Machado




lunes, 7 de abril de 2014

Del frío al fuego


No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego 
y de esperarte cuando no te espero 
pasa mi corazón del frío al fuego. 
Te quiero sólo porque a ti te quiero 
te odio sin fin, y odiándote te ruego, 
y la medida de mi amor viajero 
es no verte y amarte como un ciego. 
Tal vez consumirá la luz de Enero, 
su rayo cruel, mi corazón entero, 
robándome la llave del sosiego. 
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego. 

Pablo Neruda


jueves, 6 de marzo de 2014

Estaba allí

... y estaba allí 
yo no sabía 
surgió de pronto
como una ráfaga
sin dueño
porque era ajena
y era mía
lo irrefutable
es que es de ambos
no sé si para siempre
o para nunca
lo curioso es que cuando
me miro en sus ojos 
es como si me enfrentara 
con mi alma. 

Mario Benedetti


miércoles, 5 de marzo de 2014

Errores de cálculo en la mirada

El error es mirar lo de ayer con ojos de hoy, 
querer que las cosas vuelvan a ser igual
cuando tú ya no eres el mismo, 
como si se pudieran reciclar los suspiros
o dar un mismo beso por segunda vez. 
Los mudos no grita, los sordos no ven la música, 
con las cinco letras que se escribe tarde
no puedes escribir ahora, 
el amor que fue, ese ya nunca vuelve. 

domingo, 23 de febrero de 2014

Carta a José María Palacio

Palacio, buen amigo, 
¿está la primavera 
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda, 
¡pero es tan bella y dulce cuando llega! ... 
¿Tienen los viejos olmos 
algunas hojas nuevas? 
Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, 
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas, 
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios 
ya habrán ido llegando las cigüeñas. 
Habrá trigales verdes, 
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos 
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero. 
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas, 
no faltarán. Palacio, buen amigo, 
¿tienen ya ruiseñores las riberas? 
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino, 
al alto Espino donde está su tierra...
Antonio Machado