Alas para volar

Palabras para leer, susurrarlas por teléfono o gritarlas al viento... Versos para anotar en la servilleta de un café o repetirlos por la calle hasta aprenderlos de memoria. Frases para dedicárselas a alguien en la primera página de un libro. Silencios llenos de palabras, versos o frases que dicen todo sin decir nada. Mis alas son las palabras, los versos, las frases y los silencios. ¿Cuáles son las tuyas?

martes, 13 de agosto de 2013

Ulisibona....

Es Lisboa una octava maravilla. 
De las entrañas de España, 
que son las tierras de Cuenca, 
nace el caudaloso Tajo, 
que media España atraviesa. 
Entra en el mar Oceano, 
en las sagradas riberas
de esta ciudad por la parte
del sur; mas antes que pierda

su curso y su claro nombre
hace un cuarto entre dos sierras
donde están de todo el orbe
barcas, naves, caravelas. 
Hay galeras y saetías,
tantas que desde la tierra
para una gran ciudad
adonde Neptuno reina. 
A la parte del poniente, 
guardan del puerto dos fuerzas,
des Cascaes y Sangián
las más fuertes de la tierra. 
Está de esta gran ciudad, 
poco más de media legua, 
Belén, convento del santo
conocido por la piedra 
y por el león de guarda, 
donde los reyes y reinas, 
católicos y cristianos, 
tienen sus casas perpetuas. 
Luego esta máquina insigne, 
desde Alcántara comienza
una gran legua a tenderse
al convento de Jabregas.
En medio está el valle hermoso
coronado de tres cuestas 
que quedara corto Apeles 

cuando pintarlas quisiera, 
porque miradas de lejos 
parecen piñas de perlas, 
que están pendientes del cielo, 
en cuya grandeza inmensa
se ven diez Romas cifradas
en conventos y en iglesias, 
en edificios y calles, 
en solares y encomiendas, 
en las letras y en las armas, 
en la justicia tan recta, 
y en una Misericordia, 
que está honrando su ribera, 
y pudiera honrar a España
y aun enseñar a tenerla. 
Y en lo que yo más alabo 
de esta máquina soberbia, 
es que del mismo castillo, 
en distancia de seis leguas, 
se ven sesenta lugares
que llega el mar a sus puertas, (...)
Pues, el palacio real, 
que el Tajo sus manos besa,
es edificio de Ulises
que basta para grandeza, 
de quien toma la ciudad 
nombre en la latina lengua, 
llamándose Ulisibona, 
cuyas armas son la esfera, 
por pedestal de las llagas, 
que, en la batalla sangrienta, 
al rey don Alfonso Enríquez
dio la majestad inmensa. 
Tienen en su gran Tarazana
diversas naves, y entre ellas 
las naves de la conquista, 
tan grandes, que de la tierra 
miradas, juzgan a los hombres 
que tocan en las estrellas. (...) 
(...) mas, ¿qué me canso? 
porque es contar las estrellas, 
querer contar una parte 
de la ciudad opulenta. 
El burlador de Sevilla
Tirso de Molina

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