Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda,
en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules, una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído como una campana nueva,
como una campana virgen, de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano, en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza ¡quién sabe, lo que se traga la tierra!
Antonio Machado
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