Ellos tienen razón,
esa felicidad,
al menos con mayúscula ,
no existe.
¡Ah! pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve
presoledad.
Después de la alegría viene la soledad,
después de la plenitud viene la soledad,
después del amor viene la soledad.
Ya sé que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo
sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo.
Los datos objetivos son como siguen:
hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos,
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos.
Claro que la soledad no viene sola.
Si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades,
se verá un largo y compacto imposible,
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buena gente.
Después de la alegría,
después de la plenitud,
después del amor,
viene la soledad.
Conforme
pero
¿qué vendrá después
de la soledad?
A veces, no me siento
tan solo
si imagino,
mejor dicho, si sé
que más allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estas vos.
Aunque sea preguntándote a solas
qué vendrá después
de la soledad.
Mario Benedetti
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